En momentos de tentación, cuando sentimos que el pecado nos asedia, debemos refugiarnos en el amor de Dios. El libro de Cantares dice: “Su bandera sobre mí fue amor” (Cantares 2:4).
Todos nosotros sabemos que si nos encontramos en un país que no es el nuestro y somos injustamente perseguidos por las autoridades locales, podemos acudir al lugar donde esta nuestra bandera, la embajada de nuestra nación, y allí seremos protegidos. La bandera de nuestra nación representa protección.
Como hijos de Dios somos extranjeros y advenedizos en esta tierra. En el mundo, lejos de casa, hay un hasta que se eleva asta los cielos y en ella una bandera que ondea movida por el viento del Espíritu.
Es una bandera que nos ofrece protección y refugio, ¡es la bandera del amor de Dios!
Jesús Adrián Romero.